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Capítulo veinte

DAMIAN

No podía concentrarme en el trabajo. Veía el rostro de Amelia dondequiera que mirara: en los archivos que se suponía debía revisar, en la pantalla de mi computadora, en mi cabeza, en todas partes. Me pasé los dedos por el cabello y maldije en voz baja, irritado y enfadado conmigo mismo. No t...