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Capítulo ciento cincuenta y tres

AMELIA

Las luces del gran salón se atenuaron, y el maestro de ceremonias subió al escenario para comenzar los eventos de la noche. Casi podía sentir la emoción y la tensión en el aire. Mi corazón latía con fuerza mientras lo escuchaba, esperando que anunciara lo que todos habíamos venido a ver, per...