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Capítulo ciento cincuenta y dos

—No puedo creer que esté haciendo esto —murmuró Amelia entre dientes mientras ajustaba el dobladillo de su blazer a medida. Su corazón latía con fuerza, no por la emoción del evento de subasta que se avecinaba, sino por la amenaza anónima que había recibido la noche anterior. El recuerdo del mensaje...