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Capítulo ciento veintitrés

AMELIA

Giré un poco la cabeza para ver bien el reloj de la pared y vi que eran solo las ocho y cuarto.

Bien. Asentí. El programa de chismes comenzaría pronto, y estaba emocionada por ello. Me acomodé en mi asiento hasta estar muy cómoda y tomé otro bocado de palomitas.

En la gran televisión, se e...