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—¿En serio? ¿Finalmente voy a oficiar tu boda? —dijo Trigg.

Trigg se sonó la nariz y se secó las lágrimas antes de aclararse la garganta. —Escuchen, cabrones, somos duros, rudos, peludos, ex motociclistas de élite, y no estoy llorando. Cualquiera que diga lo contrario, puede hablar con Dom.

Miró a...