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El precio de la traición

Después de que Zack puso a Gigi en el coche, extendió la mano para tocar su mejilla, pero Gigi giró la cabeza y dijo:

—¡No me toques!

Su voz era fría y llena de ira, y Zack supo que había perdido a su novia. Retiró la mano y se metió en el asiento del conductor.

Gigi, tumbada en el asiento traser...