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Ecos que se desvanecen del amor contraído

Aparté la mirada de Griffon, empujé la puerta y salí del coche. Sin detenerme, sin darme la vuelta, me alejé.

Las llantas chirriaron y Griffon salió del garaje a la misma velocidad vertiginosa con la que había llegado.

En el momento en que el coche se alejó, con el sonido de las llantas resonando en...