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Doble o nada

La cara de Friedman se puso lívida de ira. Perder el juego no era el problema principal, pero perder la dignidad sí lo era. Gruñó y urgió a todos a continuar.

—Continuemos. ¡No creo que Griffon tenga tanta suerte siempre!

Griffon, quien había ganado 400 millones, ni siquiera miró a Friedman, sino ...