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Un último adiós

La voz calmante de Griffon tranquilizó a Taya. Ella asintió y luego entró en la sala.

El hombre que yacía en la cama del hospital estaba cubierto de sangre, que había manchado la sábana y la manta de rojo.

El doctor debió haber declarado que no había esperanza de salvarlo, y no hubo tiempo para li...