Read with BonusRead with Bonus

Una mente perturbada

—¿No casarte? —Los ojos de Harper se abrieron de par en par—. No te imaginaba como una vieja loca de los gatos.

—Solo estaba bromeando —Taya se rió.

Una risa. Eso era bueno. Harper suspiró aliviada. Probablemente estaba exagerando.

Taya siempre había sido la sensata y bien comportada. Desde que e...