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El oscuro abismo de la obsesión

La sujetó en la cama, y después de una serie de torturas, Taya, que sufría de un dolor de cabeza, comenzó a temblar de dolor. Fijó su mirada en Griffon, cuyos ojos eran fríos y helados, mientras la decepción en sus ojos se hacía más profunda. —Si ya te has divertido lo suficiente, ¿me dejarás ir? —L...