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Culpable y redención

Al ver que Taya permanecía en silencio, Griffon supo su respuesta. Levantó sus dedos huesudos y presionó el botón al lado de la cama del hospital. El director llegó poco después y entró en la sala.

—¿En qué puedo ayudarte?

Griffon se recostó en el sofá, mirando fijamente el rostro pálido de Taya, ...