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Lucha desesperada

Taya hizo algunas llamadas, pero nadie contestó, así que se detuvo. Levantó sus ojos rojos y miró la puerta cerrada de la villa. Nadie salió a salvarla. La sensación de extrema falta de oxígeno y asfixia la hizo enfurecerse de repente.

Levantó el teléfono en su mano y lo lanzó con fuerza contra la ...