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58. Alma a alma

Mis mejillas se sonrojan con todas sus insinuaciones sexuales y me encuentro rogando en silencio que el suelo se abra y arrastre a mi editora a las profundidades ardientes del infierno.

¿Quién en el nombre del niño Jesús creó a esta mujer?

Me doy la vuelta en mis chanclas, con los nervios pateándo...