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Sesenta y uno

Nuestro viaje de regreso del campo fue encantador, mi compañero tenía su mano en mi muslo interno todo el camino mientras conducía, y como estaba juguetona, seguí excitándolo a propósito. Tenía un gran bulto en sus pantalones y maldijo.

—Joder, nena —murmuró mientras acariciaba su pecho. Le sonreí ...