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Mi cruel compañero. 41

—¿Estás bien? —preguntó él, preocupado. Asentí con la cabeza, pero no me creyó. Acarició mi mejilla con la mayor delicadeza y me llevó fuera de la casa. Me llevó al jardín donde estaba su motocicleta.

—Iba a dar una vuelta, acompáñame —dijo, entregándome un casco negro. Tenía una motocicleta bonita...