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Mi cruel compañero. 23

—Gracias, cariño —acaricié su mejilla.

—Te hice un cartel, pero no quedó bien, así que lo tiré —me informó.

—Me habría encantado.

Entramos en la casa. Los sirvientes me saludaron y subí a mi habitación. La habitación estaba ordenada y olía a Alpha Edward. Noté que el espejo había sido reemplazado...