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Mi cruel compañero. 5

Me desperté a la mañana siguiente con los ojos hinchados, mostrando cuánto había llorado. La puerta se abrió y no tuve que quitarme las cobijas para saber que era Juanita; la alegre voz de la joven era suficiente para decírmelo. Vino a decirme que el desayuno estaría listo en veinte minutos.

Me lev...