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Una casa

Delilah era rápida, pero no tenía comparación con la reina, quien estaba de pie antes de que ella pudiera moverse. La mano de Alexia agarró su garganta, deteniéndola en su huida.

Sobre el escritorio, el brazo de Alexia la mantenía en su lugar. Sus ojos ardían mientras los de Delilah estaban abierto...