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Paz interior

DANTE

—¡Theodore! —exclamó Alina con una sonrisa radiante en el rostro en el momento en que levantó la vista para encontrarse con sus ojos nerviosos.

Sonreí ampliamente, recostándome en mi silla con los ojos fijos en ella. La sonrisa de Alina era para morirse. Podría matar por verla sonreír así to...