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Conocer a un viejo amigo

ALINA

Bajé las escaleras como un perro con dos colas, con una sonrisa brillante en mi rostro.

Habían pasado dos días desde que regresé a Nueva York. No perdí tiempo en quedarme profundamente dormida en el momento en que mi cuerpo tocó las suaves sábanas de la cama. Llegamos alrededor de la 1 de la...