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Su Pollyanna

ALINA

A la mañana siguiente, me desperté envuelta en los edredones negros de Dante.

Mierda.

Me sentía adolorida... literalmente en todas partes.

Los rayos del sol se filtraban en la habitación llenándola de su calidez mientras yo aún intentaba ajustar mi visión.

Una vez que todo dejó de estar bo...