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En el espíritu del amor

ALINA

—Ten cuidado, Alina —Dante me ayudó a ponerme de pie mientras nos preparábamos para salir de mi habitación.

—Estoy bien, Dante. Creo que ya puedo caminar perfectamente —sonreí, quitando sus manos de mi cintura. Hoy era el día en que finalmente dejaba mi confinamiento solitario en la habitaci...