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Mierda. Karandy sentía ganas de patearse a sí mismo.

Sabía que nunca debería haberla abofeteado en un lugar tan visible ayer, pero la deseaba tanto que no pudo controlarse.

Mientras mentía tan eficazmente, le había dicho al rey sin rodeos que nunca le había puesto una mano encima. Se olvidó de la ...