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—El rey está esperando —dijo una de las sirvientas mayores.

Sus ojos encontraron su brazalete en la mesita de noche. El brazalete dorado y reluciente gritaba realeza y era invaluable. Sintió el impulso de ponérselo.

Ya no eres una princesa, Danika.

Apartó la mirada de la joya, se levantó y salió ...