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CAPÍTULO 27.

Cuando terminó, Lucien retiró la taza e intentó levantarse, pero ella se aferró a él, sus ojos aturdidos mirándolo fijamente. —Tan fríos...

—¿Tienes frío? —preguntó él con el ceño fruncido, sabiendo que la habitación no estaba fría en absoluto.

—Tus... ojos... son tan fríos... —susurró ella.

Luci...