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—Tus buenos deseos para mí son realmente abrumadores, Esclava Puta —dijo él, aún divertido.

Vetta se giró hacia la entrada de la cueva, ignorando el golpe en su pecho por ese nombre.

—¿De verdad crees que puedes simplemente salir de aquí? —su voz divertida volvió a sonar.

—¡Solo tienes que ver mi...