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Fue como un golpe en las mejillas de Danika. Las lágrimas le picaban en los ojos, pero parpadeó con fuerza para contenerlas.

—Sabes lo imposible que es eso. Si lo amas tanto, ¿por qué desearías causarle tanto dolor matando a su único hijo? Sabiendo perfectamente que no puede engendrar otro.

Silenc...