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—Déjame dejar algo claro, Princesa. No tienes derecho a amenazarme. No hoy. Solo puedes pedir a los dioses que me mantengan de buen humor en este día para que no te estrangule después de tomar lo que quiero de ti, una y otra vez. —Finalmente, su mano soltó su maltratada redondez y dio un paso atrás....