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Vetta salió del dormitorio con una expresión sombría. De repente, deseó no haber venido aquí.

Deseó no haber escuchado los murmullos incoherentes, y no haber pegado su oído a la puerta para descifrar lo que decían. Deseó no haber sentido curiosidad.

—Buenas noches, señora —la saludó una criada con...