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Sonidos

Adea

Mi mandíbula se abrió de par en par y lo miré por encima del hombro. Mi mirada descendió por sus pectorales, esos malditos piercings y su abdomen musculoso. Mi boca se secó mientras quedaba atrapada en mi propia mirada, observando su duro miembro erguido contra su vientre. ¿Eso estaba dentro d...