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Mentira

Adea

—¿Y bien?

Sus dedos aprietan mi piel con fuerza y retrocedo por el dolor. Cuando mi respuesta sale ahogada, suelta mi barbilla y me mira expectante.

—Yo...

—¿Quién eres? —gruñó el guardia, interrumpiéndome y cortándome.

Si no me hubiera interrumpido, habría terminado mi frase, diciéndole qu...