Read with BonusRead with Bonus

Enloquecido

Adea

No había ni una sola brisa en el aire, ningún respiro del sol furioso que nos abrasaba. Podía sentir gotas de sudor formándose en lugares que prefería no reconocer. Por supuesto, Gabe estaba sentado a mi lado, imperturbable, mientras yo me volvía loca poco a poco. Mi pecho aún se expandía y con...