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Ah, Gabe.

Adea

Al darme la vuelta, mis ojos recorren la habitación hasta que se posan en Gabe, sentado en la silla del salón para invitados. Mi pecho se desinfla al exhalar, soltando el aliento que no sabía que estaba conteniendo. Corro hacia él.

—Oh, Gabe —lloro.

Mis ojos se llenan de lágrimas y mi mejor ...