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Capítulo 45

Me aparto para que ella pueda levantarse, y cuando se da la vuelta, la vista de sus nalgas cubiertas de arena me hace gemir. Le doy una fuerte palmada en el trasero, haciéndola chillar y saltar lejos de mí.

—Ve a lavarte mientras yo monto la tienda, y sabes que te merecías esa palmada en el trasero...