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Capítulo 134

Le sonrío, acariciando el dorso de su mano con mi pulgar, y sonrío aún más cuando se acerca, apoyando su otra mano en mi antebrazo. Sentir su pecho rozando mi brazo con cada paso es una deliciosa tortura que me hace apretar los dientes con el deseo de enterrarme profundamente en ella. Pero en lugar ...