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CAPÍTULO CUARENTA Y CUATRO

El viaje entero fue silencioso. Nadie pronunció una palabra, y aunque estaba ansiosa por saber a dónde íbamos, agradecí el silencio con los brazos abiertos.

Mi mirada permaneció fija en la ventana, absorbiendo la belleza de la ciudad con una cara llena de emoción y asombro. No podía esperar para ex...