Read with BonusRead with Bonus

CAPÍTULO TREINTA Y DOS

Mi mente estaba a mil cuando regresé a mi habitación, sin poder creer lo que acababa de suceder. Me tiré en la cama, enterrando mi cara en la almohada antes de soltar una serie de gritos.

¿Por qué, no importa cuánto me esfuerce por no hacer nada humillante frente a Sin, sigo avergonzándome delante ...