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CAPÍTULO VEINTIOCHO

Me recosté en mi sillón, con la cabeza inclinada hacia el techo y los ojos cerrados, cuando la puerta se abrió. Sabía quién era sin necesidad de abrir los ojos. Solo una persona se atrevería a entrar en mi habitación sin permiso.

Abrí los ojos y vi a Luca entrando. Cerró la puerta detrás de él, se ...