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CAPÍTULO VEINTICINCO

Ahora estaba completamente desnuda. Y él tenía una vista completa de mí. Su pulgar se deslizó en la hendidura de mi trasero y, al bajar, apenas rozó los pliegues de mi coño. Puso mis pantalones en el asiento de la silla para que tuviera que mirarlos directamente frente a mí, como si quisiera recorda...