Read with BonusRead with Bonus

CAPÍTULO CIENTO TREINTA Y UNO

Le lancé una mirada fulminante, odiando sus ojos sobre mi piel. Su mirada se encontró con la mía, y sonrió de manera amenazante, humedeciéndose los labios mientras sus ojos recorrían mi cuerpo de nuevo.

—Pensándolo bien, no habrá ningún daño si nos divertimos un poco. ¿No crees? —Cerró la distancia...