Read with BonusRead with Bonus

CAPÍTULO TRECE

—No —supliqué, mientras su dedo recorría mi mejilla y yo cerraba los ojos.

—¿Qué tal tu tía Sera? No puedo decidirme entre las dos, así que, ¿por qué no ambas? —sugirió juguetonamente, y sentí que las lágrimas comenzaban a formarse en mis ojos. No puede matarlas, y no dejaré que eso suceda.

—No pu...