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CAPÍTULO CIENTO CATORCE

Estaba acurrucada en una posición como si fuera un feto, disfrutando de la sensación de la sábana fría en mi cuerpo. Mis ojos se estaban cerrando lentamente, queriendo volver a dormirme de repente. Escuché un golpe en la puerta.

—Adelante —dije con una voz ronca.

La puerta se abrió de golpe y una ...