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24 No llores

La sangre salpicó por todo el suelo, y Bernice soltó un grito de dolor. Sus pies seguían atados, y solo podía cubrir la herida con su última mano, acurrucada y retorciéndose en el suelo.

Alen se acercó nervioso para comprobar cómo estábamos Kral y yo. —¿Su Alteza? ¿Delia?

Todo mi ser estaba en los...