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Capítulo trescientos setenta y uno

PAUL

Cane y yo corremos hacia el barrio del casco antiguo con nuestra ropa en la boca. Aún es temprano en la mañana, apenas una hora después del amanecer, y como antes, la calle destartalada parece vacía. Abandonada. Pero sé que no lo está, así que cuando llegamos al final de la cuadra, conduzc...