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Capítulo trescientos cincuenta

El azote que esta bestia de tormenta nos está dando en el agua es más que suficiente para destruir nuestro nuevo juguete acuático. Hemos tenido que echar ambos anclas solo para evitar derivar cientos de millas. Tal como está, las anclas podrían ser nuestra perdición, ya que algunas de estas olas est...