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Capítulo trescientos ocho

KENDALL

¿Me despidió? ¿Me despidió?

¿Por qué? ¿Por caerme por las escaleras?

Oh no. ¡Oh, claro que no!

Sacúdete Kendall, es hora de darle a este bastardo una dosis.

—¡No puedes hacer eso!— exclamo, la desesperación recorriendo mi sistema y empujando hacia la superficie. —¡No he hecho nada ...