Read with BonusRead with Bonus

Capítulo doscientos setenta y dos

CANE

—¡Por favor! ¡Lo siento! —grita Ted, luchando desesperadamente por encontrar apoyo entre los intransigentes árboles de hoja perenne del bosque—. ¡No quiero morir!

Mi nuevo cuerpo se siente increíble y, a pesar de los gritos del cachorro pidiendo perdón, apenas le presto atención. De hecho, ...