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Capítulo doscientos cuarenta y cinco

ROSE

—Rose... no hagas eso. Te prometo que vas a estar bien —susurra, alcanzándome tan de repente que no tengo tiempo de protestar. Antes de que pueda siquiera levantar la vista, ya me tiene en sus brazos de nuevo, sus manos acariciando mi espalda mientras coloca mi cabeza bajo su barbilla. No v...