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Capítulo ciento cuarenta

RAINIER

—¿Esperar? ¿Me acaba de pedir que espere? —balbuceo, con la punta de mi polla justo debajo de sus pliegues, cubierta de miel caliente. Y ella quiere que me detenga. ¡No quiero esperar! ¡Quiero follar!

—¡Sí! Espera —dice de nuevo.

Gimo de agonía, bajándola sobre mi regazo y anguland...